Ayuno amargo del día de ayer
Visité un bar y me quedé para siempre. Quise más que nunca no acabar allí mucho más tiempo del debido, pero con su frío vespertino comprendí que llevaba recuerdos atados al dorso, como latas en el seiscientos de unos recién casados. Aquellos chasis metálicos e irrompibles...
Ya no queda nada de todo ello verdad? Y siento el vacío del desierto. Ya no tengo edad para luchar. Únicamente siento deseo y rabia. Resignación.
Pero en aquel bar hay mucho más. Hay ancianas que a diario me hablan del amor como hoja perenne. Yo les expongo felicidad entendida a corto plazo. La felicidad juvenil de aquí te pillo aquí te mato. No conozco más.
Allí parezco uno de esos coches tan elegantes, sí, esos que se doblan al mínimo roce. Una hoja caduca cuando aún se siente viva.
Un café, una infusión, y vuelta a empezar.
2 Comments:
Dadle un besazo a tweedy de mi parte...
tengo ganas de veros un beso
Me encantó la entrada... y el blog. Un beso.
Post a Comment
<< Home