Saturday, January 26, 2008

Hoy vuelves a esconderte bajo tu pañuelo verde y morado. Yo tras el cristal, parezco no importarte mientras caminas dando esos pequeños saltitos que te hacen tan pequeña, tan dulce.

Yo sigo donde ayer, de veras. Sigo sirviendo cafés en la parte más esquinada de la ciudad. Justo donde dobla tu calle. Allí me sentí como en casa antaño. Pero hoy, hoy cambio para siempre. Cambia la dirección y el sentido de mis pasos. Cambian las paredes donde me siento atrapado. Cambian sus sombras que apuntan a otro.

Seguramente acabarás dictando las normas que hoy te asustan. Jamás volverás a creer en el partido comunista. Creerás haber crecido. Pensarás que lo difícil es utópico. Que no vale la pena luchar. Que es mejor estar sola. Y que hiciste bien en abortar.

Entonces, sé que romperás a llorar. Ya no podrás ocultar tu agonía y recordando nostálgica tu época universitaria notarás que aquella vitalidad está posada en tu rostro en forma de arrugas que descansan para no marcharse jamás. Y que la casa que habitas, ya no es un sueño, sino una condena.

Yo no estaré para verlo, porque ya no hay cristales. Olvidaré tu dirección y que me hiciste el amor durante tres semanas seguidas en cualquier rincón y excusa que encontrábamos. Las luces tenues no dejarán de recordarme a ti más que un mes, pero no más.

Por eso, he decidido escribirte hoy que aún podría esbozar tu perfil con trazos gruesos y finos, con detalles y abstracción. Me quedo con tu juventud y tus pequeñas locuras ahora que todavía existen. De todo lo demás, no me preguntes mañana.

Tuesday, December 11, 2007

Prácticamente real

Había algo absorbente en su indiferencia. Un enigma escondido bajo sus rizos color carbón, con un toque púrpura. Un misterio que también residía en sus labios de color picante que soñaban con todo lo carnal que yo conocía. Éstos, eran algo desorbitado.

Arrítmica y diferente. Suya.

La mirada perdida en el gozo, y el cuerpo aquí y allí, un vaivén descontrolado. Es un espectáculo estupendo. Un espectáculo que jamás termina para mí.

Sus ojos sufridos guardaban dolor de la manera que podían. Trataban de darle la aceptación a todo lo que les rodeaba con miradas fugaces a lo estático de la sala. Parecía pues, que todo era correcto; incluso aquel cigarrillo que te fumabas, incluso aquella blusa insinuante que provocaba al de delante, incluso aquel tonteo con los "pelatis" que te miraban, pensando: ¡madre mía!

Todo era un juego para ti, pero no para ellos, los que segundos más tarde notaban tu bienestar sola. Tú no pretendías dañarles, porque yo me fijaba y tú no querías. Tú sólo te querías a ti. Solamente a ti. Ni a tus amigas que te miraban mientras reían. Ni a los babosos de al lado.

Tenías cierta genialidad. Causabas cierta admiración para aquellas que están hoy cansadas de resistirse a las injusticias no ocasionales.

También tenías unos ojos profundos y ausentes. Azules con un tono gris donde moría todo aquel que buscaba respuestas. Me miraste una vez. Era como si estuvieses observando la línea del horizonte que todo el mundo mira cuando pretende hacer de un sueño, la realidad. Algo palpable.

Una base tecno nos distanció tras decidir que eras inaccesible. Una cegadora niebla me llevó de vuelta al centro de la ciudad con los ojos empapados. Y ahora, los viejos temores, piden paso.

Friday, November 23, 2007

Cambios

Hoy veo más cerca que nunca mentir. Lo veo en tus muecas vírgenes de agravio. Lo veo en la desgana que respiran las calles peladas por el invierno. Hoy veo más cerca que nunca pintar una ralla y no sobrepasarla jamás. Quedarme siempre como estoy y morir deambulando por las cloacas. Hoy quiero terminar con aquel puzzle lanzándolo a la basura.

Hoy ya no creo en los escritos de ningún blog femenino, ni en los pomos redondos de las puertas de antaño. Ni en las fronteras. Ni en las novias que tuve. Ellas (de eso estoy seguro) no fueron buenas. Hoy, una guitarra destartalada y su sonido cansino, y nada más. Eso sí es emocionalmente una montaña rusa. Una película de woddy allen y unas palomitas. Para qué buscar cariño fuera del pote enorme de ese maíz tostado?

El Messenger, también es una mierda. Casi tanto como el NO que acabo de recibir. Porque aquella herramienta con la que te conocí, hoy, se ha convertido en daga punzante. Elimíname de tus contactos, por favor, porque yo, no soy capaz de hacerlo.

Así que hoy mentiré a todos mis amigos y les diré lo bonito que está siendo todo lo nuestro. Les diré que volví a hacerte el amor mientras las hojas otoñales terminaban por caer. Creí que esta navidad se empezaba a vestir para nosotros.

Pensé: -Este año no! este año no!- Pues sí, un año más, besando a mi madre tras las campanadas.

Monday, November 05, 2007

Ayuno amargo del día de ayer

Visité un bar y me quedé para siempre. Quise más que nunca no acabar allí mucho más tiempo del debido, pero con su frío vespertino comprendí que llevaba recuerdos atados al dorso, como latas en el seiscientos de unos recién casados. Aquellos chasis metálicos e irrompibles...

Ya no queda nada de todo ello verdad? Y siento el vacío del desierto. Ya no tengo edad para luchar. Únicamente siento deseo y rabia. Resignación.

Pero en aquel bar hay mucho más. Hay ancianas que a diario me hablan del amor como hoja perenne. Yo les expongo felicidad entendida a corto plazo. La felicidad juvenil de aquí te pillo aquí te mato. No conozco más.

Allí parezco uno de esos coches tan elegantes, sí, esos que se doblan al mínimo roce. Una hoja caduca cuando aún se siente viva.

Un café, una infusión, y vuelta a empezar.

Thursday, November 01, 2007

Estrellas de purpurina

Había algo absorbente en su indiferencia. Algo difícil de encontrar bajo sus rizos dorados. Algo absorbente que acababa en sus labios de color rosa que soñaban con todo lo carnal que yo conocía. Algo desorbitado.

Arrítmica y diferente. Suya.

Era como si estuviese bailando en su casa con la vida hecha. Sus hijos golpeándola torpemente tras el desayuno. Un ritual familiar del cual ella estaría orgullosa. Invitaría a todos aquellos que sintiesen vergüenza y no se pararía a mirar las caras de éstos. Eso a ella no le importa. Le importa que ellos sepan cómo se puede ser feliz con tan poco. Un radiocasete y un parquet donde los pasos no quedan eclipsados con el ruido quebrantado de la madera. Unos pasos torpes, claro.

La mirada perdida en el gozo y el cuerpo aquí y allí y vuelta a empezar. Es un espectáculo estupendo. Un espectáculo que jamás termina para mí. Se paró el tiempo, o al menos, fue más lento.

Sus ojos, que habían sufrido con anterioridad y guardaban dolor de la manera que podían, trataban de darle la aceptación a todo lo que les rodeaba. Todo estaba bien, incluso aquel cigarrillo que te fumabas, incluso aquella blusa insinuante que provocaba al de delante, incluso aquel “tonteo” con los que te miraban, pensando: “es mi presa”.

Todo era un juego. La vida era un juego, y tú jugabas con ellos haciéndole más daño del que realmente creías. Pero tú no querías, porque yo me fijaba y tú no querías. Tú sólo te querías a ti. Solamente a ti. Ni a tus amigas que te miraban mientras reían. Ni a los babosos de al lado. Ni a mí, que estaba en la barra pidiendo algunas copas.

Tenías cierta genialidad. Causabas cierta admiración para aquellas que están hoy cansadas de resistirse a las injusticias de los hombres.

También tenías unos ojos profundos y ausentes. Azules con un tono gris donde moría todo aquel que quería buscar respuestas. Tuve una sensación (cuando nuestras miradas se cruzaron). Era como si estuvieses observando la línea del horizonte que todo el mundo mira cuando pretende hacer de un sueño, la realidad. Algo palpable.

Y en aquel momento, te perdiste bajo aquella base tecno, que yo, tanto odiaba.

Tuesday, July 17, 2007

toc toc

Apareciste frente al timbre viejo que aún cuelga con su cableado negro en el lado izquierdo de mi puerta de roble. Aquél que la gente teme presionar.

Yo no sé lo que es observar por la mirilla. -“Un día de estos vas a tener un susto con alguien”- me recuerda mi madre ya cansada de tanto trabajar para darme todo lo que me rodea.

Pero ella ahora no está, y no hay quién para echarme la bronca y decirme qué está bien en cada momento. Ella no está. Estamos sólo tú y yo, y yo ya he decido dejarte entrar. No sé si he hecho bien. Parece que juegues tú en casa y que sea yo el foráneo que irrumpe con algo de información bajo el brazo que pueda interesar.

Ya dentro, resbalan gotas de nerviosismo por mi frente y tu mirada se ciega en mis ojos. Yo no puedo mirarte constantemente, no lo he podido hacer nunca con ninguna mujer, y no vas a ser una excepción.

Además, hace una semana, una amiga me mostró en una revista llamada cuore, que las personas que miran fijamente a los ojos a la persona que tiene delante más de cinco segundos seguidos, es que quieren sexo. Así que era absurdo que continuases dándome información del curso de inglés cuando yo estaba pensando en otras cosas. Era absurdo, te lo puedo asegurar hasta el punto en que apenas recuerdo el tono de tu voz.

En cambio, recuerdo sin titubeo tu sonrisa y ojos, que de no saber tu procedencia sureña, hubiese puesto la mano en el fuego para decir que eras cercana a los países más nórdicos que puedan existir. Pero ahí entraba en juego tu tez y cada centímetro de tu cuerpo. Tostados, brillantes, como la de todas esas chicas de los anuncios que todo muchacho desea.

Y de aquellos veinte primeros minutos prácticamente me he olvidado de todo. He olvidado todo lo que pasó. En cambio de ahí en adelante, podría escribir días enteros explicándote porque sonrío a día de hoy.

Pero prometí ser cauto y no voy a explicar esos detalles que vi como un niño cuando tiene plena capacidad para empaparse de todo lo que le rodea.

Niño soy. De eso tú, estabas segura.

Sunday, July 01, 2007

Errores

Allí pensé que sería capaz de mirarte y olvidarme de lo demás. Allí creí que existía una brecha en el tiempo. Segundos más lentos y momentos más cálidos. Allí pensé tenerlo todo por nada a cambio, en un instante.

Allí te conocí. Te conocí pensando en mis cosas, sin darte la más mínima importancia. Pero dichosas sean tus armas que hicieron perder mi norte. Dichosas y lejanas armas que me dejaron huérfano en la elasticidad del plástico.

Tenue se mostraba la luz y efímero el reflejo en tus pómulos. Sentado embarrado hasta las rodillas y cansado de tanto caminar. Tus zapatos modernos, tu falda y tus ojos. Todo aquello parecía más elocuente que mis palabras verdad? Porque yo no nací para ser aquel al que pretendes. Pero no importa, porque mañana estaré lejos de ti y supliré tus ojos por otros más profundos y ausentes.

Y estoy seguro de que jamás volveré a verte como aquel día en aquella terraza con olor a vida. Y no lo pretendo. No te pretendo me oyes? No te pretendo. Me basta cerciorarme de que aquello existió cada vez que escucho una explosión de la mano de una gamberrada.

Ayer cometí un error y hoy me acuerdo de ti. No me culpes por ello.