Friday, November 23, 2007

Cambios

Hoy veo más cerca que nunca mentir. Lo veo en tus muecas vírgenes de agravio. Lo veo en la desgana que respiran las calles peladas por el invierno. Hoy veo más cerca que nunca pintar una ralla y no sobrepasarla jamás. Quedarme siempre como estoy y morir deambulando por las cloacas. Hoy quiero terminar con aquel puzzle lanzándolo a la basura.

Hoy ya no creo en los escritos de ningún blog femenino, ni en los pomos redondos de las puertas de antaño. Ni en las fronteras. Ni en las novias que tuve. Ellas (de eso estoy seguro) no fueron buenas. Hoy, una guitarra destartalada y su sonido cansino, y nada más. Eso sí es emocionalmente una montaña rusa. Una película de woddy allen y unas palomitas. Para qué buscar cariño fuera del pote enorme de ese maíz tostado?

El Messenger, también es una mierda. Casi tanto como el NO que acabo de recibir. Porque aquella herramienta con la que te conocí, hoy, se ha convertido en daga punzante. Elimíname de tus contactos, por favor, porque yo, no soy capaz de hacerlo.

Así que hoy mentiré a todos mis amigos y les diré lo bonito que está siendo todo lo nuestro. Les diré que volví a hacerte el amor mientras las hojas otoñales terminaban por caer. Creí que esta navidad se empezaba a vestir para nosotros.

Pensé: -Este año no! este año no!- Pues sí, un año más, besando a mi madre tras las campanadas.

Monday, November 05, 2007

Ayuno amargo del día de ayer

Visité un bar y me quedé para siempre. Quise más que nunca no acabar allí mucho más tiempo del debido, pero con su frío vespertino comprendí que llevaba recuerdos atados al dorso, como latas en el seiscientos de unos recién casados. Aquellos chasis metálicos e irrompibles...

Ya no queda nada de todo ello verdad? Y siento el vacío del desierto. Ya no tengo edad para luchar. Únicamente siento deseo y rabia. Resignación.

Pero en aquel bar hay mucho más. Hay ancianas que a diario me hablan del amor como hoja perenne. Yo les expongo felicidad entendida a corto plazo. La felicidad juvenil de aquí te pillo aquí te mato. No conozco más.

Allí parezco uno de esos coches tan elegantes, sí, esos que se doblan al mínimo roce. Una hoja caduca cuando aún se siente viva.

Un café, una infusión, y vuelta a empezar.

Thursday, November 01, 2007

Estrellas de purpurina

Había algo absorbente en su indiferencia. Algo difícil de encontrar bajo sus rizos dorados. Algo absorbente que acababa en sus labios de color rosa que soñaban con todo lo carnal que yo conocía. Algo desorbitado.

Arrítmica y diferente. Suya.

Era como si estuviese bailando en su casa con la vida hecha. Sus hijos golpeándola torpemente tras el desayuno. Un ritual familiar del cual ella estaría orgullosa. Invitaría a todos aquellos que sintiesen vergüenza y no se pararía a mirar las caras de éstos. Eso a ella no le importa. Le importa que ellos sepan cómo se puede ser feliz con tan poco. Un radiocasete y un parquet donde los pasos no quedan eclipsados con el ruido quebrantado de la madera. Unos pasos torpes, claro.

La mirada perdida en el gozo y el cuerpo aquí y allí y vuelta a empezar. Es un espectáculo estupendo. Un espectáculo que jamás termina para mí. Se paró el tiempo, o al menos, fue más lento.

Sus ojos, que habían sufrido con anterioridad y guardaban dolor de la manera que podían, trataban de darle la aceptación a todo lo que les rodeaba. Todo estaba bien, incluso aquel cigarrillo que te fumabas, incluso aquella blusa insinuante que provocaba al de delante, incluso aquel “tonteo” con los que te miraban, pensando: “es mi presa”.

Todo era un juego. La vida era un juego, y tú jugabas con ellos haciéndole más daño del que realmente creías. Pero tú no querías, porque yo me fijaba y tú no querías. Tú sólo te querías a ti. Solamente a ti. Ni a tus amigas que te miraban mientras reían. Ni a los babosos de al lado. Ni a mí, que estaba en la barra pidiendo algunas copas.

Tenías cierta genialidad. Causabas cierta admiración para aquellas que están hoy cansadas de resistirse a las injusticias de los hombres.

También tenías unos ojos profundos y ausentes. Azules con un tono gris donde moría todo aquel que quería buscar respuestas. Tuve una sensación (cuando nuestras miradas se cruzaron). Era como si estuvieses observando la línea del horizonte que todo el mundo mira cuando pretende hacer de un sueño, la realidad. Algo palpable.

Y en aquel momento, te perdiste bajo aquella base tecno, que yo, tanto odiaba.