Friday, May 25, 2007

Nana nana, nana nana, tshh tshh!!

Si pusiese música a los recuerdos, llevarían esta melodía sin duda.

Nuestro verano. Nuestro pequeño verano. Repleto de estudios de la publicidad actual. Grandes ideas que nos asombran (me he disuelto entre uno de ellos, como si se tratase de una pastilla efervescente, sin formar parte de ningún tipo de anexo).

Empiezo a mirar los paquetes de cigarrillos y a juzgar la tipografía escogida, su diseño y cuestiono si el formato sigue con su estilo de siempre. Joder, creo que empiezo a enfermar.

Debe ser el humor del mar, que se contagia.

Jamás pensé que el mar enrojecería tras el primer día cálido de verano. Las olas una y otra vez estallan contra las rocas, dando nombre a la costa.

Este recuerdo llevaría cargando en su espalda una guitarra maltrecha que descansa sólo para comer.

“Ama al prójimo dicen algunos… ¡¡si tan siquiera me amo a mi mismo, qué coño voy a amar!! Creía que estaba decepcionado del mundo y en realidad estoy decepcionado de mí mismo”.

Ese pensamiento sigue ahí, en mí, pero conseguí olvidarlo durante un par de días. Voy a tener que ser paciente conmigo me repito incesantemente.

Quiero pensar que la solución no está en un porro de maría, unas copas del peor whisky y una libertad compartida. Por Dios, espero que no. Porque de ser así, soy enormemente infeliz.



Me quedará gaucho’s para el día que decida vivir de lo vivido con la cabellera repleta de canas o completamente calvo?

Si existes, destino, sólo te pido eso.

Saturday, May 12, 2007

Presagio de soledad

Mis mejores amigos se distancian mientras me lanzan una botella de vidrio, prácticamente en la cabeza, por el jaleo que hay a las afueras del club donde tomo sus copas por primera vez. Botella que estalla a mi lado. Podría haberme dado en la cabeza y matarme, pienso.

Antes servían los besos y las aventuras. Enamorarse los sábados y sentirse triste los domingos era guay. Sentirse como uno desgraciado durante la semana y creer que no tenía muchas oportunidades para nada era la mejor medicina para sentirme joven.

Pero a pesar de saber que podría aguantar así toda la vida, la gente de mi alrededor se pone pesada e insiste en querer definir sus vidas. Unos buscan desesperadamente encontrar al chico o chica de su vida cada vez que deciden salir, aunque con ello releves a los amigos a un segundo puesto. “No importa, primero, lo primero” deben pensar, mientras yo me siento como una mierda. Otros en cambio, viajan. Supongo que viajan para encontrar algo que perdieron un día, salen a buscar parte de su identidad. Viajar para hallar el porqué a muchas preocupaciones que creen tener, con el silencio de un tren camino al sur.

Y los que nos quedamos no somos más felices que los que se van. No, no lo somos, también nos falta algo. Y por mucho que quiera, no lo voy a encontrar alcoholizado en algún rincón de la sala más famosa de la ciudad. Es absurdo supongo y por eso lloro cuando me emborracho.

Qué voy a decirle al tiempo? qué voy a decirle?

Sólo me queda acogerme a la tierra. Arrodillarme, sentirla, en mis manos, y apretarla en mis puños más y más fuerte.

Ya no puedo seguir amando en seco. Ya no.